"Feminismo não é sobre colocar a mesa do jantar. Mas é também" por Juliana Borges

"El feminismo no se trata de poner la mesa. Pero también lo es" de Juliana Borges

Rueda una idea confusa: que el feminismo trata de imponer una forma de ser para las mujeres. Me molesta cuando veo este tipo de confusión, pero entiendo que existe. Mucha gente, con la buena intención de deshacer este nudo, afirmará el lado más político del feminismo, ya que se han difundido muchas cosas que interfieren en el ámbito personal cuando hablamos de este movimiento. Así es: movimiento.

El feminismo no es una ideología, no es una doctrina. El feminismo es un movimiento.

Y, como es un movimiento, tiene muchas corrientes de pensamiento, especialmente en lo que respecta a las tácticas para lograr la equidad. Veo el feminismo como un movimiento político y filosófico. ¿Por qué?


Un movimiento político, porque según el libro “Feminismo para el 99%, un manifiesto”, de Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser, “el feminismo para el 99% busca una transformación social profunda y de largo alcance. (…) ya sea luchando por la justicia ambiental, educación gratuita y de calidad, servicios públicos integrales, viviendas de bajo costo, derechos laborales, salud gratuita y universal, o luchando por un mundo sin racismo ni guerras”. Es decir, el feminismo busca construir una equidad profunda, real y radical. Para bell hooks, socióloga estadounidense –y su nombre está escrito en minúsculas–, el feminismo implica todo eso porque estamos, fundamentalmente, cuestionando la dominación. Es decir, el feminismo cuestiona esta idea de fuertes versus débiles, privilegiados versus desfavorecidos, dominantes versus dominados. Ella sitúa el debate en esta clave, porque trabaja precisamente en los puntos de la sociedad que se articulan y, de esta manera, aleja esa idea de que las mujeres no pueden también dominar. Con esto, bell hooks busca deconstruir esa idea de los hombres como enemigos y las mujeres como víctimas. Un ejemplo que utiliza es la dominación, por ejemplo, que una mujer blanca rica puede ejercer sobre una mujer negra/indígena/etc., pobre, o incluso la relación entre madres e hijos. bell hooks tiene un artículo sobre esto llamado “feminismo: una política transformadora”, en el que dice

“Para entender la dominación, necesitamos entender que nuestra capacidad como mujeres y hombres de ser dominados y dominantes es un punto de conexión, una convergencia”.


Desde un punto de vista filosófico, porque el feminismo busca transformaciones que involucren también nuestra forma de pensar, ver y actuar en el mundo. Volviendo a bell hooks, el feminismo es el “movimiento político que más radicalmente se dirige a la persona -lo personal- mencionando la necesidad de transformarse a sí mismo, las relaciones, (…)”. La práctica feminista, en este sentido, implica un cambio en nuestro comportamiento, nos propone repensar supuestos, que cuestionamos lo “natural” como construcciones sociales. Y todo esto involucra cómo pensamos acerca de cómo nos preocupamos y cómo amamos. Por eso dije que el feminismo es y no es si podemos poner la mesa o no.


Hay una tremenda confusión -algunos por ignorancia, otros por mala fe- de decir que el feminismo significaría un cambio que impondría otra forma de vivir. Por lo contrario,

El feminismo define la equidad como una posibilidad de libertad. El feminismo, precisamente, defiende que no estás obligada a hacer nada por el simple hecho de ser mujer. El feminismo no cuestiona que tú pongas la mesa.

Cuestiona que usted sea el único responsable de esta tarea bajo una división del trabajo puramente sexual y establecida por la dominación, que crea superiores e inferiores. El feminismo cuestiona que se gana menos, cuando se cumple la misma función que un hombre, por ser mujer. El feminismo cuestiona que no accedes a ciertos puestos y trabajos porque te quedas embarazada. El feminismo no cuestiona tu derecho a la madre, ¡al contrario! Si hoy tenemos mínimos avances en algunos países que garantizan la estabilidad en el trabajo, la licencia por maternidad, es porque el feminismo ha hecho esta reivindicación. Lo que el feminismo cuestiona es que la sociedad te obligue a ser madre, porque no todas queremos serlo.

El feminismo no cuestiona tu voluntad de cuidar a los demás, siempre y cuando esa sea tu voluntad y no una imposición porque inventaron que “las mujeres cuidan mejor”, cuando en realidad fuimos creadas para eso.

El feminismo no cuestiona que cuides a los que amas. Pero el feminismo cuestiona que solo a las mujeres se les enseñe a buscar el amor, a crear expectativas, sin ninguna responsabilidad afectiva por parte del varón. El feminismo no está en contra de lo masculino. Pero el feminismo cuestiona las masculinidades tóxicas, que enferman y brutalizan a los hombres y lastiman y matan a las mujeres. El feminismo cuestiona por qué las mujeres no pueden tener la oportunidad de elegir. Cualquier cosa diferente a eso, que quiera ascender espacios de poder sin cuestionar cómo funciona ese poder, ni transformarlo y quiera invertir la lógica de la dominación, simplemente no es feminismo. El feminismo quiere que las mujeres seamos respetadas en nuestros deseos y elecciones, quiere otro tipo de poder, que no es coercitivo, sino comunitario. El feminismo quiere que las relaciones sean sanas y basadas en el respeto. bell hooks, una vez más, nos habla de la importancia del amor. No como algo sólo del ámbito íntimo, sino que hace ejercicio de la alteridad, que resiste la deshumanización y la dominación.

El feminismo quiere el amor como práctica de la libertad.

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Juliana Borges es escritora, antipunitivista, autora del libro “Encarcelamientos Masivos”, de la serie 'Feminismos Plurales'.

Texto publicado originalmente en la Revista Cláudia .

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