¡Estamos en tiempos difíciles! Con la pandemia mundial del nuevo coronavirus se hace necesario el aislamiento social, y que malo es no poder salir no? No poder ir a fiestas, pasear, ir a los bares favoritos, hacer deporte, correr por la arena de la playa, ver un bonito atardecer desde lo alto de una montaña... Cada día que pasa aumenta el número de personas que denuncian episodios de ansiedad, depresión y tantos otros tormentos mentales.
Con este contexto, quiero aprovechar para hacer un paralelo con la realidad de las personas con discapacidad. Durante años estuvimos enclaustrados, identificados como incapaces y limitados a vivir en constante aislamiento, ya sea por la falta de información de la familia, que muchas veces no favorecía la evolución social de un familiar con discapacidad por el complicado estado de una enfermedad. o condición de salud, o la falta de accesibilidad que tantas veces limitó nuestro derecho de ir y venir.
Fueron años de prisión residencial, y esta sigue siendo la realidad para muchas personas que tienen discapacidades más severas.
El aislamiento por largos períodos es un universo común para las personas con discapacidad, ya que las complicaciones, cirugías y tratamientos son recurrentes y necesarios.
Quienes crecimos viviendo así, generalmente logramos enfrentar el momento que estamos pasando de una manera diferente y (un poco) más ligera, véase el texto "No es el fin del mundo, es un mundo nuevo" , que no significa que el aislamiento social es menos traumático.
Después de tanta lucha, cuando finalmente nos presentamos, entramos felices al mercado laboral, gastamos nuestro propio dinero, salimos a caminar con familiares y amigos, después de ganar varias batallas por la inclusión y la mejora de la infraestructura urbana, vemos llegar una pandemia y nos encierra de nuevo en casa y, muchas veces, con el agravante de formar parte del grupo de riesgo.
Aún con las dificultades generales de la nación, alimentamos nuestros sueños al entender nuestro lugar de expresión y nuestras prioridades como seres humanos que no solo queremos sobrevivir, y seguimos, aunque sea virtualmente, luchando y, más que nunca, demostrando que nuestras capacidades van mucho más allá de nuestras limitaciones.
Por otro lado, muchas personas están sintiendo por primera vez, por primera vez, la limitación que nos es cotidiana, y están comprendiendo el poder de adaptación del que tanto hablamos. Ya sea a través del arte que creamos o de la oficina en el hogar que continuamos haciendo, el mundo está viendo que se puede hacer de manera diferente.
Para las personas con discapacidad, este escenario significa que aún queda mucho por hacer, incluyendo la adecuación de la accesibilidad en las redes y plataformas digitales, servicios y productos especializados, e incluso el reconocimiento del talento que muchas veces está oculto por los prejuicios. Sin embargo, lo importante es pensar que siempre hay un camino, solo se necesita buena voluntad y empatía para comprender que estamos sujetos a la necesidad de adaptarnos a las realidades, con o sin discapacidad.
¡Mantengámonos fuertes y resilientes! Todo esto pasará y, quién sabe, saldremos de esta situación más conscientes de que el mundo está lleno de posibilidades por explorar.
( • )
Amanda Lyra es cantante, compositora, productora y presentadora, usuaria de silla de ruedas y creadora del Proyecto Solyra . Síguela en FACEBOOK e INSTAGRAM .
Paloma Santos es ilustradora, usuaria de silla de ruedas y feminista. “En mi trabajo como ilustradora trato de representar la diversidad femenina”. Síguela en INSTAGRAM y dale me gusta en FACEBOOK .
( • )
cofre.me
@putapeita
/perra
