Hoy, el cuidado de los niños y adultos con discapacidad es visto como una obligación familiar. Es decir, el Estado le quita la responsabilidad y deja que las familias asuman todas las necesidades para el cuidado de sus miembros. Hay quienes están de acuerdo con esto, pero debemos ser conscientes de que el cuidado no es solo el cuidado “en casa”, también atañe a la salud, la educación, el transporte, entre otros.
En las últimas semanas, una de las noticias que ha cobrado protagonismo ha sido que Argentina reconoce el cuidado materno como un trabajo a contar para la jubilación. Un gran avance que beneficiará a muchas madres que dedican parte de su vida al cuidado de sus hijos.
Sin embargo, no pretendo hablar específicamente de este evento, ya que quiero llamar la atención sobre otro tipo de atención: la atención a las personas con discapacidad.
Por mucho que parezca un tema inédito, las teóricas feministas sacaron a relucir este tema en la década de 1990 y, en definitiva, mencionaron la importancia del cuidado al reconocerlo como un derecho de quien es cuidado, además de situar la figura de la cuidador en el punto de mira centro del debate sobre justicia y discapacidad.
Hoy, el cuidado de los niños y adultos con discapacidad es visto como una obligación familiar. Es decir, el Estado le quita la responsabilidad y deja que las familias asuman todas las necesidades para el cuidado de sus miembros. Hay quienes están de acuerdo con esto, pero debemos ser conscientes de que el cuidado no es solo el cuidado “en casa”, también atañe a la salud, la educación, el transporte, entre otros.
Las investigaciones muestran que la mayoría de las personas con discapacidad se encuentran en el umbral de la pobreza, marginadas, sin acceso a los derechos básicos. ¿Y cómo estos individuos van a tener un cuidador sin tener condiciones económicas? Atribuir a la madre, oa cualquier otra mujer de la familia, el rol de cuidado no remunerado .
Aún hoy, el cuidado es considerado un valor femenino y, por lo tanto, infravalorado. Son las mujeres las que se quedan en casa, dejan de lado sus carreras, mientras que los hombres siguen trabajando o simplemente abandonan a sus familias, dejándolas totalmente desamparadas. Son mujeres que nunca podrán jubilarse, que se agotan física y psicológicamente porque generalmente no tienen una red de apoyo. ¿Sabes cuál es el mayor temor de las madres cuidadoras? Quienes cuidarán de sus hijos después de que mueran, ya que no hay apoyo para estas mujeres y mucho menos para las personas con discapacidad.
Esta discusión también es de suma importancia para aquellas personas con discapacidad que son atendidas, ya que son más vulnerables a sufrir violencia física, emocional y sexual por encontrarse en situaciones de estrés y también por no tener la autonomía económica para elegir y costear un cuidador No es de extrañar que del 40 % al 68 % de las niñas y mujeres con discapacidad sufran violencia sexual antes de los 18 años , y del 16 % al 30 % de los niños y hombres también (MSH; UNFPA, 2016; UNFPA, 2018).
Por lo tanto, necesitamos luchar por una política pública de cuidados, que no solo valorice el trabajo de los cuidadores, como lo hizo Argentina, sino que también minimice la vulnerabilidad a la violencia que practican quienes son cuidados. Para ello es necesario que todos analicen las propuestas de sus candidatos y voten conscientemente para que no volvamos a caer en manos de políticos genocidas.
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Carolini Constantino es trabajadora social, investigadora, feminista y mujer con discapacidad. Es coordinadora de proyectos en el Colectivo Feminista Helen Keller para Mujeres con Discapacidad .
Paloma Santos es ilustradora, usuaria de silla de ruedas y feminista. “En mi trabajo como ilustradora trato de representar la diversidad femenina”.
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